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FIlin
Discografía

FIlin

1981

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“Dedico este disco a estos maestros que me hicieron” Pablo Milanés, Cuba. 1981

Pablo Milanés es conocido internacionalmente como uno de los creadores de la nueva canción cubana, hoy agrupados en el movimiento de la Nueva Trova. Sus canciones, de hondo contenido político, social y humano, han dado la vuelta al mundo, en su propia voz o en las de otros intérpretes destacados, tanto de Cuba como de otros países de América Latina y de España.. Pero es un hecho menos conocido que Pablito –como prefieren llamarle los que más lo quieren y admiran- es uno de los mejores intérpretes de la mejor música cubana de ayer y de hoy, capaz de re-crear, con un respeto hacia la tradición que de ninguna manera se contradice con su afán de innovación, la obra de nuestros más viejos trovadores y de los más grandes soneros. Ahora Pablito nos ofrece, y no por casualidad, sus interpretaciones de la música de tres de los principales representantes del movimiento que se conoce entre nosotros como filin (de feeling, sentimiento), que renovó la canción cubana de los años cincuenta y sesenta: los “clásicos” del movimiento, José Antonio Méndez y César Portillo de la Luz; e igualmente creativa, pero acaso menos conocida Marta Valdés.

Esta nueva incursión de Pablo en la obra de compositores que lo anteceden cronológicamente no puede ser casual por la sencilla razón de que el propio autor de Yo no te pido es también el que compuso Mis veintidós años –incluida en esta selección- que marca el inicio de una nueva tendencia en la canción cubana, a partir precisamente del filin, dentro de la cual se inició Pablo como autor. Porque no está de más recordar que fue Pablo Milanés el vínculo principal entre estos creadores y los de más reciente promoción. Pilar fundamental de la Nueva Trova cubana, Pablo es igualmente uno de los músicos que más han contribuido a revitalizar el son cubano, surgido de la región oriental de Cuba, donde nació el cantor; pero es, además, uno de los mejores intérpretes de la canción romántica cubana que hacia los años cincuenta alguien bautizó con el nombre de filin. Y esto no es decir poco, ya que esta corriente o estilo que tanto hizo por ampliar el ámbito armónico y melódico de la canción cubana ha dado cantantes tan extraordinarias como Elena Burke y Omara Portuondo, y entre los intérpretes masculinos pudo contar en un momento con figuras de tanta calidad como Pepe Reyes, Reinaldo Enríquez y el fallecido y un poco injustamente olvidado Miguel de Gonzalo.

Poco hay que hablar sobre las interpretaciones que hace Pablo Milanés de números tan excepcionalmente populares como Delirio (César Portillo de la Luz), Novia mía (José A. Méndez) y No te empeñes más (Marta Valdés), ni de los demás que aquí se incluyen, sin descontar Mis veintidós años, del propio Pablito. Pero sí es necesario hacer referencia al polifacético grupo que este gran trovador ha sabido reunir. El trabajo de Emiliano Salvador en todos los teclados y como arreglista; el de Eduardo Ramos, bajista y guitarrista (y hay que mencionar de paso que es un gran trovador); y el de los dos Bejerano –padre e hijo- en la percusión, se integra perfectamente a la concepción interpretativa de cada número, logrando una riqueza tímbrica que por el mismo hecho de estar en función de cada una de estas joyas de la canción cubana, contribuye a enriquecerlas. En síntesis: uno de esos raros discos que nunca nos cansaremos de escuchar.

Leonardo Acosta

TEMAS DEL DISCO

1 – No hagas caso (Marta Valdés)

ómo esperas que me aleje si te quiero
no hagas caso de mis frases son los celos.
Fíjate bien, comprende mis ojos no saben mentir
todo lo he dicho por juego creo en ti, creo en ti.

Es el miedo de perderte que yo siento,
el motivo de estos raros pensamientos.
Traigo una verdad para que calme lo triste que estás
soy para estar a tu lado para nada más.

2 – Por si vuelves (Marta Valdés)

Si vuelves, vuelve para que la vida
pueda florecer,
no para el hastío, no para el reproche,
no para el torpe anochecer,
contigo, sin ti.

Si vuelves, vuelve para amarnos
en las cosas más sencillas
como el árbol, el camino,
vuelve cómo hablar de nuestro amor
ya viejo amor, cierto amor.

(1963)

3 – No te empeñes más (Marta Valdés)

No te empeñes más
en inventar una razón
para marcharte,
tienes que saber
que a mí me sobra vanidad.

Para no dejar que al alejarte de mi lado
lleves la impresión
de que tú a mí me has engañado,
debo confesar
que ya no tienes para mí
tanta importancia;
puedo soportar
lo inevitable de un final.

No te empeñes más
en inventar razones.
Hoy por hoy
solamente nos queda decir
adiós.

(1957)

4 – Tú mi delirio (César Portillo de la Luz)

Si pudiera expresarte como es de inmenso,
en el fondo de mi corazón mi amor por ti.
Es amor delirante que abraza mi alma,
es pasión que atormenta mi corazón.

Siempre tú estas conmigo en mi tristeza,
estás en mi alegría y en mi sufrir,
porque en ti se encierra toda mi vida
si no estoy contigo, mi bien no soy feliz.

Es mi amor, delirio de estar contigo
y yo soy dichoso porque me quieres, también.

5 – Y decídete mi amor (José Antonio Méndez)

Dime qué es lo que te pasa
qué temor tu pecho abraza
quiéreme así, con frenesí,
mi amor como yo a ti.

Si tú sabes que te adoro
que eres vida, mi tesoro
dime por qué no puedo
yo tener tu gran querer.

Decídete, a entregarme el corazón
y así sabrás lo que es el amor.

6 – Qué largo camino anduve (Nicolás Guillén – Marta Valdés)

Qué largo camino anduve
para llegar hasta ti
y que remota te vi
cuando junto a mí te tuve.
Estrella, celaje, nube
ave de pluma fugaz
ahora que estoy donde estás
te deshaces sombra helada
ya no quiero saber nada
yo sólo sé que te vas.

7 – Si me comprendieras (José Antonio Méndez)

Si me comprendieras,
si me conocieras
¡qué feliz sería!
Si me comprendieras
si me conocieras
jamás lloraría.

Ya que estando lejos tú
no eres ajena porque vas conmigo
tus fieles reflejos alivian mis penas
la noche es testigo.

Si me comprendieras,
si me conocieras,
jamás dudarías
y mis condiciones
serían las razones
que tú aceptarías.

Si me comprendieras
tan siquiera un poco
todo cambiaría
porque así verías
que por ti, estoy loco.

8 – No crees en mi amor (José Antonio Méndez)

Si supieras que te quiero tanto
que comprendo cual es tu dolor
has llorado con amargo llanto
y no crees, no crees en mi amor.

Es difícil poder comprender
el cariño infunde en ti pavor
te imaginas que es de mala suerte
y no crees en mi amor.

Si han herido profundo a tu conciencia
con palabras bonitas, sin amor
te lo juro no existen coincidencias
en las mías, distinta es la intención.

Es mi vida la inquietud fue tanta
que ni en sueños supe dar calor
hoy por eso mi verdad te espanta
y no crees en mi amor.

9 – Aida (Marta Valdés)

Aida, al final de todo lo que hablamos viste,
se te fue la vida entre las manos.

Aida, por detrás del humo, la sonrisa
a pesar de tanta prisa.

Aida, se te fue la luna del paisaje
Aida, pero tú cantaste todo el viaje.

Aida, repartiendo siempre la armonía
Aida, te recuerdo linda, linda, linda
Aida.

10 – Novia mía (José Antonio Méndez)

Novia mía,
desde el primer y fiel abrazo
se hundió por siempre en el ocaso
mi negra y cruel melancolía.

Novia mía,
borraste en mi la desconfianza
reviviendo mis esperanzas
cuando jamás lo presentía.

Soy muy tuyo
y tú mi amor, lo has comprendido
al ver así, así rendido a tus caprichos, mi orgullo.
Al abismo, no temo ir en desenfreno
si no me apartas de tu seno
novia de todo mi egoísmo.

11 – Mis veintidós años (Pablo Milanés)

Hace tiempo, yo anhelaba
encontrar la dicha eterna.
Siempre, a base de reveses,
pude ver la realidad.
Le cantaba a mi tristeza,
a mi dolor y a mi muerte.
La tristeza en mí vivía,
viendo el dolor, a veces,
a acompañarme en la búsqueda
del camino hacia la muerte.

Pero como ser humano,
me contradigo y me opongo
al pasado que pasó
pasando por veintidós años
de penas y dolor.

Y de aquí sale mi canción.

Mi tristeza la sepultaré…
y el dolor siempre del brazo de ella irá.
Nada habrá que me provoque más tristeza…
y el dolor siempre del brazo de ella irá.

Y en cuanto a la muerte amada,
le diré, si un día la encuentro:
Adiós, que de ti no tengo
interés en saber nada.
Nada…

(1965)