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La vida no vale nada
Discografía

La vida no vale nada

1976

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A mi madre, que me obligaba a cantar…

Qué no arrastrarán, qué no llevarán en su dolor y en su alegría, en su cubanía y en su universalidad, estas canciones.

Porque estas canciones, las canciones de ese trovador extraordinario (poeta y músico como los trovadores medievales) que es Pablo Milanés, constituyen un pequeño y perfecto mundo de historia y de arte.

En ellas está la palabra de la Cuba revolucionaria, de sus hombres que construyen y luchan y aman y piensan; en ellas, el anhelo y la certeza de una América nueva, que nace y crece en el combate contra sus enemigos.

En ellas, el aliento poderoso del son como lo cantan, riendo y llorando, las gentes de Oriente, allá, a lo ancho del valle del Cauto; en ellas, una expresión musical tradicional y contemporánea, nuestra y del mundo, arraigada en sus “modos de hacer” y abierta a la vez, sin prejuicios, a toda sonoridad que sea capaz de enriquecerla; en ellas, esa transparencia, esa brillantez de concepción y ejecución unidas siempre a nuestra música, y que a lo largo de la historia se ha llamado Ignacio Cervantes, o Sindo Garay, Miguel Matamoros o Benny Moré.

Nuestra vida está en estas canciones. La vida como la sentimos (como la vivimos) los hombres de esta tierra y de este instante. Aquí y ahora, sí, pero con nuestra historia y el mundo entero a cuestas. La vida como es, íntegra, única.

Por eso, no es extraño que, en una de estas canciones políticas, pueda sentirse el latido más íntimo; y que una historia de amor pueda ser, a su vez, una historia de todos, para todos.

Canciones de amor son todas éstas pues, las de amor y las otras, canciones políticas son también todas éstas, las políticas y las demás. Del mismo modo que son canciones de mucha gente. Canciones que todos quisimos escribir y que escribió por nosotros quien pudo: el músico, el poeta, el trovador. Canciones de Cuba son éstas, compuestas y cantadas por Pablo Milanés.

Guillermo Rodríguez Rivera

TEMAS DEL DISCO

1 – La vida no vale nada (Pablo Milanés)

La vida no vale nada
si no es para perecer
porque otros puedan tener
lo que uno disfruta y ama.

La vida no vale nada
si yo me quedo sentado
después que he visto y soñado
que en todas partes me llaman.

La vida no vale nada
cuando otros se están matando
y yo sigo aquí cantando
cual si no pasara nada.

La vida no vale nada
si escucho un grito mortal
y no es capaz de tocar
mi corazón que se apaga.

La vida no vale nada
si ignoro que el asesino
cogió por otro camino
y prepara otra celada.

La vida no vale nada
si se sorprende a mi hermano
cuando supe de antemano
lo que se le preparaba.

La vida no vale nada
si cuatro caen por minuto
y al final por el abuso
se decide la jornada.

La vida no vale nada
si tengo que posponer
otro minuto de ser
y morirme en una cama.

La vida no vale nada
si, en fin, lo que me rodea
no puedo cambiar cual fuera
lo que tengo y que me ampara.

Y por eso, para mí,
la vida no vale nada.

(1975)

2 – Para vivir (Pablo Milanés)

Muchas veces te dije que antes de hacerlo
había que pensarlo muy bien,
Que a esta unión de nosotros
le hacia falta carne y deseo también,

Que no bastaba que me entendieras
y que murieras por mí,
Que no bastaba que en mi fracaso
yo me refugiara en ti,

Y ahora ya ves lo que pasó
al fin nació, al pasar de los años,
el tremendo cansancio que provoco ya en ti,
Y aunque es penoso lo tienes que decir.

Por mi parte esperaba
que un día el tiempo se hiciera cargo del fin,
si así no hubiera sido
yo habría seguido jugando a hacerte feliz,

Y aunque el llanto es amargo piensa en los años
que tienes para vivir,
que mi dolor no es menos y lo peor
es que ya no puedo sentir,

Y ahora tratar de conquistar
con vano afán ese tiempo perdido
que nos deja vencidos sin poder conocer
eso que llaman amor para vivir.
Para vivir…

(1967)

3 – A Salvador Allende en su combate por la vida (Pablo Milanés)

Qué soledad tan sola te inundaba
en el momento en que tus personales
amigos de la vida y de la muerte
te rodeaban.

Qué manera de alzarse en un abrazo
el odio, la traición, la muerte, el lodo;
lo que constituyó tu pensamiento
ha muerto todo.

Qué vida quemada,
qué esperanza muerta,
qué vuelta a la nada,
qué fin.

Un cielo partido, una estrella rota,
rodaban por dentro de ti.
Llegó este momento, no hay más nada
te viste empuñando un fusil.

Volaba,
lejos tu pensamiento,
justo hacia el tiempo
de mensajes, de lealtades, de hacer.

Quedaba,
darse todo al ejemplo,
y en poco tiempo
una nueva estrella armada
hacer.

Qué manera de quedarse tan grabada
tu figura ordenando nacer,
los que te vieron u oyeron decir
ya no te olvidan.

Lindaste con Dos Ríos y Ayacucho,
como un libertador en Chacabuco,
los Andes que miraron crecerte
te simbolizan.

Partías el aire, saltaban las piedras,
surgías perfecto de allí.
Jamás un pensamiento de pluma y palabra
devino en tan fuerte adalid.
Cesó por un momento la existencia,
morías comenzando a vivir.

(1973)

4 – Llegaste a mi cuerpo abierto (Pablo Milanés)

Llegaste a mi cuerpo abierto
y yo todo me entregué,
por más que reí, lloré
porque romper es comienzo,
comenzar es desacierto,
pisar en parajes blandos
y aunque me hunda hasta el fango
caminaré largo trecho.

Tal vez sean ilusiones
pues si algo llega a pasar
yo no me voy a callar,
ni tú me harás concesiones,
amor que encierra perdones
mal tiene que terminar.

Cuando la esperanza ajena
se clava en tu porvenir,
me empeño en verte reír
para conocerte plena,
me empeño y encuentro buena
tu alma y llego a pensar
que amor y belleza van
contra las malas ideas.

Si algún día terminara
este sueño que he vivido,
te estoy muy agradecido,
nunca pensé que así amara:
vale más, poco con ganas
que mucho, sin ser querido.

5 – Hoy la vi (Pablo Milanés)

Hoy la vi,
y tenía un rostro ajeno al que yo amaba;
el que dan
unos años de no ser feliz.

Hoy la vi,
y recordé la historia de un pedazo de mi vida
en que abrí
la primavera bruta de mis años al amor.

Hoy la vi,
y tenía un rostro ajeno al que yo amaba;
el que dan
unos años de no ser feliz.

Junto a ti, mi futuro de sueños llené,
logré identificar tu belleza y el mundo al revés;
nos miraban de muy buena fe,
nada cruel existía, si yo te veía, reía después.

Desperté la mañana en que no pudo ser
no sin antes jurar que si no era contigo, jamás,
que esta herida me habría de matar,
y heme aquí, ¡qué destino!,
que ni el nombre tuyo pude recordar.

Hoy la vi,
y tenía un rostro ajeno al que yo amaba;
el que dan
unos años de no ser feliz.

6 – Yo pisaré las calles nuevamente (Pablo Milanés)

Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberada
me detendré a llorar por los ausentes.

Yo vendré del desierto calcinante
y saldré de los bosques y los lagos,
y evocaré en un cerro de Santiago
a mis hermanos que murieron antes.

Yo unido al que hizo mucho y poco
al que quiere la patria liberada
dispararé las primeras balas
más temprano que tarde, sin reposo.

Retornarán los libros, las canciones
que quemaron las manos asesinas.
Renacerá mi pueblo de su ruina
y pagarán su culpa los traidores.

Un niño jugará en una alameda
y cantará con sus amigos nuevos,
y ese canto será el canto del suelo
a una vida segada en La Moneda.

Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensangrentada,
y en una hermosa plaza liberada
me detendré a llorar por los ausentes.

(1974)

7 – De niña aquellos juegos te importaban poco (Pablo Milanés)

De niña aquellos juegos te importaban poco,
como si hablarle al mar fuera de locos,
y reírse en el sol fuera fatal.

Después, cuando tu quieta inquietud te hizo pasar
de un día gris a un cielo alegre oscuro,
donde pudieras moverte como un muro.

Te das cuenta que no hay nada que amar
y que es terrible ese tener que dar
y que esperar de una fruta bien podrida
y sus hojas similares
que te envuelven, que te pierden
en el triste camino de fango
que tú has hecho hoy,
que tú ensucias de tus pies hasta tu frente
blanca, negra, muerta.

(1969)

8 – Acuéstate, hazme sentir y derramarme en cada poro de tu cuerpo (Pablo Milanés)

Acuéstate y hazme sentir
y derramarme en cada poro de tu cuerpo.
Levántate a compartir
todas las cosas que aún nos quedan por vivir.

En posición horizontal
hay pocas cosas que inventar
se puede amar,
dar rienda suelta al sexo.

Puedes llegar hasta a soñar
montar en centauros, en nubes volar
y cuando tierra has de pisar; debo hacer cuentas,
que aún quedan veintitrés partes del día para andar.

Acuéstate y hazme sentir
y derramarme en cada poro de tu cuerpo.
Levántate a compartir
todas las cosas que aún nos quedan por vivir.

9 – El tiempo, el implacable, el que pasó (Pablo Milanés)

El tiempo, el implacable, el que pasó,
siempre una huella triste nos dejó,
qué violento cimiento se forjó
llevaremos sus marcas imborrables.

Aferrarse a las cosas detenidas
es ausentarse un poco de la vida.
La vida que es tan corta al parecer
cuando se han hecho cosas sin querer.

En este breve ciclo en que pasamos
cada paso se da porque se sienta.
Al hacer un recuento ya nos vamos
y la vida pasó sin darnos cuenta.

Cada paso anterior deja una huella
que lejos de borrarse se incorpora
a tu saco tan lleno de recuerdos
que cuando menos se imagina afloran.

Porque el tiempo, el implacable, el que pasó,
siempre una huella triste nos dejó.

(1974)

10 – Canción por la unidad latinoamericana (Pablo Milanés)

El nacimiento de un mundo
se aplazó por un momento,
un breve lapso del tiempo,
del universo un segundo.

Sin embargo parecía
que todo se iba a acabar
con la distancia mortal
que separó nuestras vidas.

Realizaron la labor
de desunir nuestras manos
y a pesar de ser hermanos
nos miramos con temor.

Cuando se pasaron los años
se acumularon rencores,
se olvidaron los amores,
parecíamos extraños.

Qué distancia tan sufrida,
qué mundo tan separado,
jamás se hubiera encontrado
sin aportar nuevas vidas.

Esclavo por una parte,
servil criado por la otra,
es lo primero que nota
el último en desatarse.

Explotando esta misión
de verlo todo tan claro
un día se vio liberado
por esta revolución.

Esto no fue un buen ejemplo
para otros por liberar,
la nueva labor fue aislar
bloqueando toda experiencia.

Lo que brilla con luz propia
nadie lo puede apagar.
Su brillo puede alcanzar
la oscuridad de otras cosas.

Qué pagará este pesar
del tiempo que se perdió.
de las vidas que costó,
de las que puede costar.

Lo pagará la unidad
de los pueblos en cuestión,
y al que niegue esta razón
la Historia condenará.

La Historia lleva su carro
y a muchos nos montará,
por encima pasará de aquel
que quiera negarlo.

Bolívar lanzó una estrella
que junto a Martí brilló.
Fidel la dignificó
para andar por estas tierras.

(1975)